martes, enero 30, 2007

Derribando la torre de marfil

La colaboración universidad-empresa está claramente desarrollada en Estados Unidos, con una intervención activa de las entidades académicas en la incubación de empresas. Por otro lado, un mercado financiero bien sofisticado permite que los mejores proyectos puedan capitalizarse rápidamente.

El rol de las universidades en esta ecuación está bien definido y hay una clara identificación de las ganancias para las partes:

But what do the universities get out of it? The benefits to USC for backing the research include potential licensing fees from patents on the developing technology and the possibility of contributions to the university from successful entrepreneurs like Neven.

Lawrence Gilbert, senior director of technology transfer for the California Institute of Technology, puts it this way, "Universities earn fees and royalties from licensing patents, but the real benefit comes from contributions to the endowment if the start-up company is successful."

En Argentina hay menos experiencia en esta materia, por lo que cualquier experimento en dicha dirección resulta más que saludable. Como demuestra el caso de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, todavía resta entender cuál es el rol de la universidad en estos desarrollos y los beneficios que podría percibir. A nuestro modo, atando todo con alambre, pero vamos arrancado:
Desde la incubadora se encaran dos tipos de trabajos. Por un lado, el asesoramiento y la concreción de acuerdos económicamente justos, cuyo resultado satisfaga los objetivos del investigador y el fin social de la Facultad. "Queremos mostrar que esto puede ser beneficioso, que no está mal que sea económicamente rentable para el investigador y que sea un recurso para la Facultad", aclara Pregliasco.
Por otro, la búsqueda de posibles inversores, que contra algunos pronósticos se están presentando en un número mayor que el esperado.

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