jueves, abril 16, 2009

De la crónica diaria


Copio algunos párrafos interesantes de una entrevista a Cristián Alarcón publicada en enmediodelcampo:

-Cuando se trabaja con "grupos marginales" se suele hablar del riesgo de "embellecer la tragedia", al estilo Ciudad de Dios. ¿Es algo que te planteás evitar?
Cuando tuve que decidir qué director podía hacer la película de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia solo tenía una pregunta para los tres directores que aparecieron con ganas: ¿De qué color cree que es el cielo en al escena en la que muere el Frente Vital? Quien finalmente se hizo de los derechos de adaptación fue Pucho Mentasti. Entre otros motivos porque me dijo que sería violeta. Me refiero a que el realismo es mi elección, pero no quiero que sea una trampa. Creer que la pobreza es gris o monocromática es daltonismo cultural. La intensidad en los territorios trastoca la visión estética de lo próximo. Es una manera de resistir al tedio, al calor insoportable, a la falta de agua, a los golpes de la cana, a los gritos y los insultos permanentes. El ensordecedor ruido de la cumbia, que sale de mega parlantes que parecen salidos de Barranquilla y no de Fuerte Apache, es parte de esa visión. Estetizar es también pintar la villa o el barrio como un páramo. Creer que lo real es escribir, o filmar, en clave de documental, puede ser un error político. Prefiero la recreación, la apuesta a una versión nueva de algo que se supone todos vemos por televisión en programas que venden el dramón de la pobreza como si fuera solo un montón de puteríos.

(...)

En general se dice que lo lectores leen menos y desde ese lugar se justifican las coberturas breves que tienden a simplificar y que terminan generando estereotipos y prejuicios discriminatorios ¿Qué pensas del, por llamarlo de algun modo, "mercado lector"?
Leí que Junot Díaz se queja por la falta de lectores, pero es el autor latino más vendido entre los yanquis. Estoy tramando una colección de crónicas urbanas desde la Facultad de Periodismo de la La Plata. El tema con las editoriales es si va a vender o no. Me dicen, no, la crónica no vende. Les digo: el Cuando me muera vendió diez ediciones. La buena literatura tampoco vende: es decir los mejores libros de cuentos, las novelas de los nuevos buenos tampoco, hasta que de pronto, algo pasa y hay alguno que se salva. En un mundo donde todo se hunde no podemos pretender que el mercado lector sea masivo. Pero sí podemos pretender contarlo. Se está hundiendo? Es un notón! Nos leerán los amigos? Quizás podamos tener un millón! Escribir sobre muertos me ha vuelto optimista. Peleo por el espacio desde que soy periodista; hasta el editor más jodido te cede unas líneas si se la vendés bien.

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